NO MIREMOS CON LOS OJOS SINO CON EL CORAZÓN

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Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo:

En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?

Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.

Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.

Lucas 21:5-9

En estos días leímos en las Redes Sociales una polémica por un pastor que usaba un reloj de marca Rolex cuando estaba predicando, y la verdad nadie habló de qué se trataba la predicación sino de las cosas que vestía, si correspondía o no. La verdad es que ese tipo de cosas no deberían importarnos, más allá de defenderlo o acusarlo en realidad en lo que deberíamos poner atención es en qué era lo que ese pastor estaba predicando.

Podemos ser engañados de muchas maneras, aún nuestro mismo corazón nos puede engañar, por esa razón debemos estar constantemente orando y pidiéndole a Dios que Su Espíritu Santo esté en nuestros corazones y nos dé el discernimiento necesario para que no nos desviemos en cosas que no nos edifican.

Así como los hombres que hablaban con Jesús miraban el templo y se admiraban de lo lindo que era y de las ofrendas que habían sido entregadas, lo único que en realidad los podía salvar era Jesús que estaba junto a ellos.

Somos humanos y como tales nos dejamos llevar por las cosas materiales, nos llama la atención un determinado modelo de automóvil o la cara de ciertas personas, pero en realidad debemos aprender a mirar más allá de lo material porque todo lo material, como dice la Biblia se corrompe, desde la cara más linda que luego envejece o el templo que con el tiempo se derriba.

Lo único que permanece y que nos dará la vida eterna es la Santa Palabra de Dios que nos abre los ojos para que no seamos engañados. Debemos estudiarla y alimentarnos de ella pidiéndole a Dios cada día que nos guíe con su Espíritu a entender la correcta interpretación y no caer en la mentira de leer sólo lo que nos conviene, o de escuchar sólo la predicación que nos hace sentir cómodos.

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